domingo, 24 de febrero de 2008

09.- "La abierta y generosa espera"

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V.- PERO ESPERANDOLO TODO.

Mi Diario. Reunión del veintiocho de febrero de 2004. Sábado.
Y esperándolo todo del amado.
La esperanza de la correspondencia es verdadera exigencia del amor humano.

Querido Diario:
Ayer en la Reunión terminó Carlos contándonos una parábola muy bonita, que me sonaba mucho, para preparar la de dentro de quince días. Luego José Carlos me lo aclaró. La del hijo pródigo, tontona. Y me dio un beso.
“Un hombre muy rico, labrador sencillo y bueno, un hombre del campo andaluz, tenía muchos hijos. Era dueño de todos los campos, todos los sembrados, toda la arboleda y todos los rebaños que se podían alcanzar con la vista. Suyos eran los pájaros del cielo, la noche y la mañana, la hermana lluvia y el hermano sol, el otoño y la primavera, y sus riquezas eran tantas que no estaban ni podían registrarse en ningún libro.
Un día el hijo más pequeño, botarate él y viviendo en las riquezas no trabajadas y el mayor ocio, le dijo: Padre, quiero irme a recorrer mundo y a vivir mi vida por mi cuenta sin la protección de tus ojos, pendientes de mí. Déme pues lo que me corresponda en herencia de la hacienda, que yo te lo agradeceré.
El Padre aún partiéndosele el corazón, como respetaba hasta más allá del límite del bien y del mal, su libertad, le había creado libre, le había educado libre, siempre le había dejado libre sin ataduras algunas, partió la parte que era su parte y se la dio. Con dolor casi infinito pero sin protesta, le vio partir. Nadie jamás había visto ni tenido un padre tan magnánimo en el dar y tan generoso en el respetar la libertad de sus hijos, sin exigirles nunca nada a cambio de su total donación, ni forzarle nunca a hacer la voluntad del Padre. Ni en un ápice.
Alegre, dicharachero y como en una fiesta se alejó el hijo menor. Llegó a tierras lejanas y en juergas, malos y aprovechados amigos, rameras, meretrices y busconas, francachelas y borracheras, aún no había droga, que si no, hubieran sido drogas, malvendió, malgastó y dilapidó su fortuna. Pronto era más pobre que los pobres del lugar, que dignamente guardaban de lo poco que tenían con honradez y cuidado. Como porquero se puso a trabajar en la hacienda de otro señor. En verdad, en verdad, os digo que era “otro” señor. Le faltaba el señorío, la generosidad y la grandiosidad de alma. Como era de este mundo, de la ralea de los que nunca han mirado al cielo y no ven más allá de los bienes de la tierra, era un explotador. Un lobo para el hombre.
Y así empezó a pasar hambre, frío y soledad. Si al menos pudiera comer de las algarrobas que comen estos cerdos que se las da para que engorden y sacarle más a su venta. Pero nadie se las daba. Y porque comenzó a pasar necesidad se dijo: los jornaleros de mi padre tiene pan para hartarse y yo aquí me muero de hambre. Sí, me levantaré. Volveré junto a mi padre. Y por necesidad que no por arrepentimiento sincero, volvió pensando decirle. Trátame como a uno de tus jornaleros, pues he pecado, ojo, habla de pecado, luego el pecado aunque el mundo hoy lo entierre y lo ignore, existe, contra el cielo y contra ti. Ojo habla de un pecado contra Dios y un pecado contra el prójimo, contra el hermano, y en el mismo acto de trasgresión, no en dos. Y levantándose, partió hacia su padre. Me gustaría que os fijaseis. Se levanta y parte HACIA. Y cuando aún no había llegado, pero ya iba en dirección de, aunque estaba todavía lejos, “todavía lejos del padre y de la casa paterna” LE VIO SU PADRE.
Pero, ¿porqué le vio?.... ¿cómo es que le vio?....
PORQUE LE ESPERABA TODOS LOS DIAS. NO DE UNA FORMA PASIVA, SENTADO EN SU CASA.
No de una forma coercitiva, yendo a buscarle y obligándole a volver. SINO DE UNA FORMA ACTIVA, "mirando a lo lejos", desde una terraza, desde un montecillo, donde debía de subir mil veces con la esperanza siempre de verle aparecer... esperándolo anhelante,... saliendo a esperarle...cada día, cada hora, y esperándole con el corazón esperanzado en que él volvería. Y..."CONMOVIDO",..... "salió el padre a su encuentro, CORRIO, se echó a su cuello, y le besó efusivamente". Lo levantó del suelo, (ahora que él, libremente, ha dado el primer paso, sí, le ayuda, sí, le puede ayudar sin quitarle LA LIBERTAD QUE LE DIO) lo abrazó, y "hizo una gran fiesta".
(Lc 15. 11-32)
En la reunión leeremos y comentaremos el final de la parábola. Así terminó Carlos.
Puedo añadir algunas de las aportaciones que se hicieron el la reunión, ya pasada, pues me han quedado unas líneas en blanco en mi diario y creo que mejor sería aquí que dos hojas detrás, aunque estén adelantadas de fecha.

ESPERANDOLO TODO.
EL VERDADERO AMOR HUMANO ES SIEMPRE ESPERANZA DE SER CORRESPONDIDO.
Así es el AMOR DE DIOS: nos espera siempre. Nos tiene tendida su mano, esperando anhelante que nos agarremos a ella. Siempre abierta. Siempre tendida. No nos puede agarrar El, aunque ardientemente lo desee, PORQUE NOS HIZO LIBRE Y RESPETA NUESTRA LIBERTAD. Pero está ANSIANDO, ESPERANDO QUE NOSOTROS agarremos su mano abierta, tendida, deseosa, y nos apretemos fuerte a ella, correspondiendo a su apretón fuertísimo de AMOR PATERNAL.
EL AMOR DIVINO, EL AMOR DE DIOS, SIEMPRE VERDADERO Y TOTAL, ES SIEMPRE ESPERANZA DE SER CORRESPONDIDO.
Y esto nada lo mancha, sino lo enaltece, lo purifica, lo completa y lo cierra, en ese círculo perfecto que es el amor, que va en igualdad de entrega y darse, de ti a mí, de mí a ti, tan perfecto, que crea un "NOSOTROS".

El amor humano no es altruista. Da y no exige. Pero espera. Y esa espera a la correspondencia es lo que le hace verdaderamente humano. Y no insensible.
El amor divino no es altruista. Y esa inmensa y abierta espera, que fruto del amor, que no es indiferente a que el ser amado responda o no, sino que lo anhela con todas las fuerzas, es lo que le hace divino pues al ser correspondido puede elevar al amado hacia si, y por amor a él, donación y entrega, llenarle de sí plenamente. Solo la correspondencia da la posibilidad de volverse a dar en un círculo perfecto.

Preguntas.

1.- ¿Amamos nosotros “generalmente “así, o el egoísmo es tan sutil que se enrosca en nuestros deseos y pervierte nuestro amor, lo ensucia con la escoria de “ante todo mi yo”, y la esperanza la convertimos en exigencia?
2.- ¿Existe de verdad el “altruismo” o en el fondo, y puede ser que muy al fondo, no es una justificación de nuestro “ser hecho naturalmente para amar” y un “pequeño o gran regodeo” con nosotros mismos para quedarnos satisfechos y tranquilos?

3.- ¿Cuándo amamos a los más débiles, los más pobres, a los harapientos y desarrapados, a los enfermos, a los sucios, a los andrajosos, a los deficientes y a los deformes, en fin a aquellos que instintivamente rechazamos, también sabemos recibir de ellos, aceptarlos, rodearlos con nuestro cariño, como hicieron los santos, San Vicente, la Madre Teresa, etc. o damos sin que “nuestra mano derecha se entere de lo que hace la izquierda”, pero no en sentido evangélico sino todo lo contrarío, casi con asco, quedando en el lado de la “esterilización”, de la pulcritud y de la no contaminación? Rechazando pus toda correspondencia que nos puede manchar y contagiar.

4.- ¿Porqué rechazamos la mano tendida por Dios, abierta y expectante, nunca forzándonos ni agarrándonos a la fuerza, dejándonos en plena y total libertad, y no aceptamos su ayuda y amor con nuestro amor y correspondencia?

Reunión de Grupo.
Ni que decir tiene que el tema dio mucho que hablar y que decir. L a distinción entre altruismo y amor, el amor debe estar siempre teñido de esperanza y la esperanza debe estar rellena de correspondencia, el altruismo suena a frío, helado más bien sin sentimientos y sobre todo sin expresión del corazón, aunque no le podemos siempre confundir con inexpresividad, apostilló Pedro, la distinción esencial está en la postura del amante, del que ama, en sus intensiones y deseos más íntimos, en resumidas cuentas en la esencia misma de amor, para que sea amor, pues la espera de correspondencia no forma parte esencial, sin la cual no, del altruismo.
Muy formidable fue la intervención de Magdalena, la piadosa. (piadosa sin menoscabo alguno en el término, pues su sensibilidad ante Dios es tan fuerte que su corazón parece siempre de rodillas)
Muchas veces cuando “amamos” o decimos amar a los “menos favorecidos por la vida”, me entendéis verdad, cuando les ayudamos, le damos, damos con frialdad, despegados de ellos y de la relación que se crea al dar, en verdad no nos damos sino simplemente damos “cosas”, algo, pero nuestra persona, nuestro corazón, nuestros sentimientos, casi ni se alteran a no ser para “sentirnos buenos”. Y esto no es amor sino justificación ante nuestra conciencia, pues el amor siempre es acogida y esperanza de sentirse también amado.
José Carlos, mi amado José Carlos, perdona “Mi Diario”, pero lo tengo que repetir mil veces, mi idolatrado José Carlos, se refirió a cómo tenemos que tener la mano siempre extendida hacia los demás cuando le amamos pero sin obligarle, sin siquiera suplicarles que se agarren a la nuestra con la suya que en ese momento está recibiendo amor de nosotros.
¡Qué difícil es a veces dejar “libre” completamente “libre de exigencia de correspondencia”, sobre todo a la pareja, a los hijos, ¡0h a los hijos cuantos padres en vez de amarlos se aman en ellos! ¡Cuántas madres se refugian y sustituyen el desamor de sus esposos, por el arrancado amor, besos, caricias, abrazos, de los hijos, a los padres o a los amigos!
De todas formas a veces es casi inexplicable como el hombre es capaz de vivir de espaldas a Dios, a su amor, a su generosidad, a su misericordia, etc. Si nos miramos a nosotros mismos y vemos “nuestras limitaciones”, “nuestras imperfecciones” y sabemos a aún así Dios nos acoge no como a esclavos o seres imperfectos sino como a hijos amadísimos, ¿cómo podemos rechazar la mano de Dios y aún negarle su existencia y por tanto, lo que es peor, su amor generoso?
“Dios nos ama como un padre, como una madre ama sus hijos, pero aunque una madre pudiera olvidarse de su hijo, Yo nunca me olvidaré de ti” dice el Señor.



Conclusión:
¿Puede haber postura más hermosa, bonita y generosa que la del amante con los brazos y el corazón abiertos, esperando al amado?
El amor, dice San Pablo, “lo espera todo” y por eso “no pasa jamás”
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