sábado, 11 de agosto de 2007

30.- "La comunión carnal en su contexto"

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Mi Diario. Reunión a veintinueve de mayo de 2004. Sábado.

Así empezó la reunión con la relectura de unas líneas escritas por Carlos, me dijo Mónica, cuando me entregó estos apuntes, que ya nos había dado al final de la reunión anterior.
Son estas:
La comunión carnal es o al menos debe ser una entrega en plenitud de toda la persona. Pero quien dona puede reservarse toda o parte de la entrega aún con aquel para quien el acto carnal en su totalidad es una comunicación de amor o del amor.
Pienso, esto no es doctrina de la Iglesia, sino una especulación mía del acto en su contexto humano, que esta donación cuando es total y sin reserva alguna –donación completa de la persona al otro, - produce automáticamente la creación de la pareja como pareja humana y por tanto crea el matrimonio humano al margen de la ley y del sacramento, pero dentro del matrimonio natural. Podemos decir que “ya están casados.” El Sacramento es precisamente una donación plena del uno al otro que solo se consuma en el primer acto carnal pleno, en el acto marital. Si ambos se dan y se reciben total y para siempre, sin reserva alguna ¿quién puede decir que no se ha producido el sacramento si ellos mismos son sus ministros y su materia?
La intención de los amantes, su concupiscencia, sus intencionalidades al realizar el acto, simplemente lo humano en su naturaleza caída, pueden teñirla de deseo, el deseo se transforma en pasión, la pasión en vehemencia voluptuosa y en fin el egoísmo tiñe la entrega de hedonismo y se ve desteñido el amor.
Porque la unión sexual y toda relación sensual y sexual de una pareja pueden ir encarnadas en diferentes ámbitos, intenciones o causas o motivos de la pareja.
Claro que lo anteriormente expuesto, que ya en parte vimos en la reunión anterior, sólo se produce en determinadas ocasiones y en circunstancias especiales. Normalmente el Sacramento se recibe en el momento que la Iglesia lo bendice por medio de testigos, la asamblea del Pueblo de Dios, nos casamos ante la Iglesia como rebaño de Cristo Jesús el Buen Pastor, y para la Iglesia, como piedras vivas de ella o como miembros del Cuerpo Místico de Cristo, y ante su testigo cualificado, el Sacerdote que bendice la unión y preside el Sacramento. Pero materia y forma son los mismos contrayentes y por ellos en caso muy especiales se puede producir el Sacramento aún sin la presencia personal, sí la hay real en el espíritu, Eclesia suplet, de Pueblo de Dos y su ministerio sacerdotal.
Lo que vengo a afirmar es que alguna vez quizás esas parejas que por dificultades indeterminadas, pero graves y muy difícil de superar, retrasan la boda externa o pública, pero que alguna vez totalmente en donación se entregan, o que incluso llegan a vivir y compartir vidas y hogar, pudiera ser que ante los ojos de Dios ya sean pareja matrimonial, aunque deban ratificar ese matrimonio ante su Iglesia.
Me contó un sacerdote de un pueblo de Misión que a veces el Párroco de algunos pueblos alejados y perdidos tarda un año o más en volver por esos lugares casi ignotos. Las parejas se reúnen en la pequeña Capilla del lugar ante la Asamblea de Cristianos y allí “se casan” celebrando una pequeña ceremonia. Cuando vuelve por fin el Misionero bendice a estas parejas, que ya en verdad están casadas y viven juntas pues de hecho recibieron el Sacramento.
Pero hablábamos de la intención o intencionalidad de los novios al contraer matrimonio que puede ser muy distinta o algo viciada al ir a recibir el Sacramento o contraer matrimonio.
Hasta tal punto puede la intencionalidad viciar el acto que lo haga nulo de pleno derecho.
Sin la persona sólo busca en la sexualidad su placer ignorando al otro y sin contar con el otro para nada, si la sexualidad es sólo para mí satisfacción corporal, física y hasta personal, ninguneando al otro hasta tal punto que queda reducido a simple objeto de placer, es casi seguro un matrimonio nulo, por muchas bendiciones que le echemos encima.
La sexualidad es realización de nuestras personas y de nuestra comunicación en la misma medida también, pero relación y en esta relación debe haber dos personas relacionadas.
La sexualidad es pues comunicación del amor que existe en la pareja y tiene su plenitud en el contexto de la ternura.
Yo diría a toda novia: “Ámale como hombre que es, pero quiérele como a un niño grande”.
Y a todo novio: Ámala como mujer que es, pero quiérela en el ámbito y contexto de la ternura y la delicadeza.
Y a la pareja humana y cristiana: que tu sensualidad y tu sexualidad vaya siempre envuelta en el contexto necesario del amor, para que sea humana y no instintiva solo y animal solo, y que vuestro amor teñido y pleno de sexualidad , vaya siempre envuelto en la expresión de la ternura.
La plenitud del hombre, varón y mujer, es el amor. La más bella flor del amor es la ternura.

Preguntas:
1ª.- ¿Puede la sexualidad ser plenamente humana sin estar integrada en su contexto que es el amor?
Recordar que esta pregunta ya no la hicimos el día de la sexualidad en el Cursillo.

2ª.- ¿Puede la sexualidad ser “cristiana” si no es primero y simultáneamente “humana”, plenamente humana?

3ª.- ¿Cuales son las cualidades o notas necesarias en la sexualidad humana para que sea plenamente “animal” pero juntamente e inseparablemente plenamente racional?
Coincidencias y diferencias entre la sexualidad “solo animal” y la sexualidad humana.

4ª.- ¿Qué puede hacer la sexualidad humana, inhumana, pervertida, deforme, antinatural, y hasta físicamente o corporalmente perjudicial amén de sicológica y anímicamente destructiva?

5ª.- ¿Cuáles son las otras filosofías o primas desde donde los hombres han visto y ven la sexualidad?
Enumerarlas y ver sus ventajas e inconvenientes. Cuales son sus razones profundas por las que son erróneas.

Mi charla con José Carlos:
Aunque cuando tratamos la sexualidad y en otras ocasiones hemos dialogado este tema, muchas parejas “realizan juntos su sexualidad fuera o dentro del matrimonio pero nunca o casi nunca hablan de ella, o lo hacen muy superficialmente y solo desde el punto de vista del deseo o placer, (qué error tan profundo), ahora digo puntualizamos solo dos puntos.
El animal se rige solo por el instinto. El macho intenta copular siempre, pues se enardece fácilmente ante la presencia de la hembra, y en su atracción en muchos animales influye muy fuertemente el olor desprendido por la hembra si está en celo, y la hembra solo quiere copular en el periodo de celo o en los momentos fecundos. De hecho muchas veces hay hembras que rechazan fuertemente al macho si no lo están hasta con violencia física, coses, patadas, huidas.
Puede ser que haya animales que copulen cuando no están en celo, pero no se nos ocurrió ni sabíamos ninguno.
El hombre también intenta copular cuando el instinto se despierta y este se puede despertar por infinidad de causas. Coqueteos, belleza, provocación, posturas, desnudez o semidesnudez de la mujer, pero en caso de la pareja humana la mujer etc. se enardece también fuera del periodo fecundo aunque lo haga con menos intensidad. De hecho la humanidad ha practicado la copula carnal en todo el ciclo de la mujer, tanto en días fértiles como infecundos y así lo ha sentido siempre la Iglesia como lícitos y plenamente humanos, aunque en el Antiguo Testamento haya algunas prohibiciones de su uso en esos días, (Moisés) que se han interpretado como locales y temporales, no como universales y totales.
Así pues el hombre es el único, o uno de los únicos, animales que copula sin restricción de tiempo.
Pero el hombre debe someter sus instintos a su razón, ser razonable, y así su sexualidad debe estar dirigida por su inteligencia razonada y razonable, y no descontrolable y descontrolada.
¿Cómo tiene que ser este sometimiento? Los principios que debe imponer la razón son desde luego el amor, pues el amor es su principio y su fin, el bien del otro y de los demás, y la humanidad, que sea plenamente humano, en su realización y búsqueda.
Nos quedó una pregunta para más profundización. ¿Es lícito dejarse llevar por la pasión cuando esta desborda la razón y la vehemencia o apasionamiento casi enerva totalmente la persona y la hace obrar totalmente descontrolada?
En principio, creo que dice Santo Tomás, nos había dicho Carlos, y así lo explica algún teólogo dominico de mil novecientos y algo, todo acto fuera del dominio de la razón sería al menos un desorden y por tanto falta o pecado, al menos venial.
Alguno, y esto si que es falso, totalmente falso, llevado por enaltecer el celibato sin límites, llega a afirmar que toda cúpula carnal es al menos falta venial.
Cuando la comunión carnal puede ser el signo y la realización de la entrega total del hombre a la mujer y de la mujer al hombre en un deseo tan fuerte de ser tú, que se llega a la penetración física del uno en el otro. Cómo un acto tan maravilloso creado por Dios Padre para que participemos de su unión trinitaria y de su paternidad efusiva y comunicativa puede ser ofensa a su Creador.
Estamos sufriendo aún el jansenismo furibundo y erróneo de despreciar y pisotear la naturaleza humana en su materialidad como si la material, obra imaginativa y fantástica de Dios, fuera mala “per se”.
Sin embargo los ribetes de esta pregunta lo tenemos que profundizar más.
Besos mi querido Diario y hasta mañana.
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