sábado, 11 de agosto de 2007

43.- "La Gran Revelación de Jesucristo"

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Dios es nuestro Padre.

Mi Diario. Reunión del treinta y uno de julio de 2004. Sábado.
Despedida hasta después de las vacaciones de agosto.

Hoy, con un pie ya en las vacaciones, libertad, Empresa, libertad, al menos 30 días, aunque no nos podemos quejar pues hace sólo dos meses nos dieron los días libres para la Boda, generosamente, sin regateos, nos hemos reunidos para el último tema de “El Amor es”. Realmente ciertos matices del amor los hemos vistos porque todas nuestras reuniones están bajo el prisma del amor cristiano y para cristianos, creyentes en Dios, discípulos de Cristo. Riqueza que quizás no ven aquellos que no tienen fe o que su fe “está muerta”.
Pero el concepto de amor, como amor, aún el natural y solo humano, sin sus matices sobrenaturales, solo es pleno cuando se ve con el esplendor de todo sus colores en el prisma del Amor de Dios, luz blanca, brillante y radiante que resume y reúne en una mezcla y simbiosis perfectas todos sus matices y colores en los que nuestra pobre inteligencia la puede descomponer para mejor verla, comprenderla y analizarla.
Es pues el amor de Dios el que da pleno sentido al amor humano y sin Dios no hay verdadero amor.”Dónde hay caridad y amor allí está Dios” dice la canción porque Dios es el principio, el germen, el sustento y la perfección o plenitud de todo amor.
Nunca, nos dijo Tomás, nuestro pequeño teólogo, había oído que ninguna religión o fe manifestara a Dios como Padre. Casi siempre, por no decir siempre el Dios de las distintas religiones es un Dios, el miedo, casi el terror, distante, justiciero, poco comunicativo sino es para castigar o amenazar, escondido entre relámpagos, truenos y tormentas o catástrofes. El Dios del temor. El temor de Dios, a que los cristianos llamamos “santo temor de Dios”
¿Pero puede el temor ser santo? Preguntó asombrada Magdalena.
Cuando nosotros hemos ido leyendo la Biblia, en su Antiguo Testamento, añadió Francisco Javier, tras leer varias veces el Nuevo y para profundizar más, siempre nos ha llamado la atención que el Pueblo de Israel, se movía solo por temor a Yahvé. Pero hemos ido expurgando las frases o versículos en que Dios aparecía como un Dios cercano, amable y atento a las necesidades de su pueblo, un Dios amoroso y de amor. Incluso en una ocasión dice que quiere a los hombres con amor de madre y aunque una madre pudiera olvidarse del hijo El nunca se olvidará de su Pueblo.
Pero nunca se presenta, añadió Mónica, con la figura o postura de Padre. Sólo con la revelación de Jesucristo, llegamos a saber que Dios es Padre, cosa jamás inimaginable para el hombre, pobre mortal.
A mí siempre me ha asombrado, apostilló Clara, la casi obsesión de Jesús por “su Padre”. Son cientos las citas y referencias de Cristo hacia Dios, como su Padre. Me encantaría, intercaló Elena, que para la próxima lectura del Nuevo Testamento fuéramos anotando todas las veces que Jesús se refiere a Dios como Padre, suyo y nuestro.
Así quedamos y algún día reuniremos todos los versículos sobre el tema. “Mi Padre y yo somos una misma cosa”, proclamación de su propia divinidad, “Voy al Padre” destino final de todo ser creado,
“Padre no se haga mi voluntad sino la tuya”, “He venido para hacer su voluntad”, “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. “PADRE NUESTRO”
Y aquí abrimos unas breves reflexiones sobe el “Padre nuestro”.
Primer asombro: Cristo revela que Dios es Padre”.Mensaje totalmente original y nuevo de la revelación”.
Segundo asombro: Cristo revela que es Padre de todos por igual. No excluye ni a pecadores ni a ateos, ni a perseguidores, ni a los que abjuran o reniegan de la fe.
Tercer y mayor asombro: no se excluye de esta paternidad común. Se incluye como uno más del común “nuestro” aunque sepamos que El lo es por naturaleza y nosotros por adopción. “Este es mi hijo muy amado. Hoy lo he engendrado. “Engendrado, no creado de la misma naturaleza que el Padre, consustancial al Padre,” rezamos en el credo.
Por adopción en la sangre redentora de Cristo, pero con realidad de plenitud. Hace que nos llamemos hijos y “que lo seamos en efecto”.
Mil cosas salieron en la reunión sobre todo el texto del “Padre nuestro”.
En los cielos. Santificar su nombre o cumplir su voluntad que es lo mismo. El Reino de Dios, que nos hace como a los primeros doce discípulos apóstoles suyos, anunciadores del Reino, Procurar sin violencia ni coacción que la voluntad de Dios y su plan sobre la creación y sobre la humanidad se cumpla también el la tierra como en el cielo se adra y ama a su Padre y Dios.
Pedimos el pan para hoy, no para mañana y siempre, acumulando riquezas y bienes, sino esperando mañana y pasado en su Providencia que da de comer a los pájaros de cielo y viste a los lirios del campo.
Un corazón misericordioso como el de Dios, que es todo misericordia, compasión del corazón, que acoge olvidando, el perdón sin olvido es un falso perdón, a todos los hombres y hermanos y que hace que Dios pueda abrir su misericordia hacia nosotros, transgresores siete veces siete.
No nos dejes caer en el mal y la ofensa a ti. Otros interpretan no nos dejes caer en poder del maligno, del demonio, de que voluntariamente y concientemente se salió de tu amor.
Amén.
Amén, amén, amén, gritó mi corazón y todo mi espíritu. Amén, amén, amén, así sea. Gritó todo mi cuerpo y mi persona hasta en las más pequeñas de mis células de mi ser.
Gracias Señor por haberme dado un Padre tan maravillo. Perdón, GRACIAS SEÑOR POR HABERNOS DADO A TU PADRE COMO PADRE. Gracias, Señor. Gracias, Señor Jesús.

Conclusión:
Siempre miraremos a Dios como Padre. Confianza, cariño, respeto, obediencia amorosa, ternura entrañable con Dios será siempre la postura de nuestras personas en el trato con Dios, y cuando el corazón os duela por la ofensa acudiremos a El como el hijo pródigo. “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. He pecado sí pero nunca te he dejado de considerar y saber MI Padre, Nuestro Padre.
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