sábado, 11 de agosto de 2007

25.- "La fómula de la entrega"

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Mi Diario a ocho de mayo de 2004. Sábado. Boda.
BODA DE ANA Y JOSE CARLOS.
La materia y la forma del Sacramento.
Escrito el día diez, lunes.

Querido Diario:
Quizás ésta debía ser nuestra oración de cada día, de cada mañana.
José Carlos hoy me entrego a ti.
Yo, Ana, te quiero y me entrego a ti, José Carlos en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, en este nuevo y hermoso día de nuestras vidas en común.
Y cada noche debíamos examinarnos de cómo nos hemos llevado, tratado, querido, ayudado, atendido, amado, mimado, y entregado el uno al otro y los dos a los hermanos en nuestras atenciones, en nuestros trabajos, en nuestras diversiones, en nuestras comidas, en cada instante del día.
Decirle Señor lo siento, de verdad lo siento, en los fallos, en los egoísmos, pero sobre todo darles gracias por haber caminado, Tú, Señor, con nosotros y haber hecho, que como pareja, seamos a los ojos de los demás, luz de tu amor a los hombres, y espejo de tu amor a la Iglesia.
Voy a copiar de mi Cuaderno de Cursillos, parte de mis apuntes de la charla sobre el Sacramento y de mis notas de la reunión de Grupo.
“El amor humano de la pareja humana, - el agua de las Boda de Caná,- para que se purifique en el crisol de la muerte de Cristo, clavados nuestros brazos en su mismo madero, transformados nuestros brazos en los brazos de Cristo, se transforma, el amor humano, en el amor divino, el agua en el mejor vino de la Boda, y se hacen Sacramento, signo sagrado, símbolo y realidad del encuentro con el Señor.
Sí, el amor es también a veces renuncia y sacrificio. Nadie ama de verdad si no niega a veces su yo, sus egoísmos y hasta sus apetencias legítimas en pro del ser amado.
Sólo cuando pendemos del brazo horizontal de la Cruz, paralelo a la tierra, pero levantado de la tierra, nuestros pies se levantan al cielo y nuestro cuerpo y nuestro espíritu suben por el palo vertical de la Cruz en dirección al Padre.
No creáis que todo será un camino de rosas. A veces serán olas venidas del mar de fuera, los demás, la vida, las desgracias, a veces la tempestad estará dentro de vosotros y habrá que negarse a sí mismo para encontrar el camino de la paz en la Paz del Señor, llevando nuestra cruz, unida a su Cruz, y seguirle.
La paz os dejo, mi paz os doy. Pero la paz de vuestra pareja sólo está en la concordia y la unión. Y para que haya concordia hay que despojarse cada uno de lo que crucifica de nosotros mismos al otro.
El amor siempre es un sacrificio alegre porque es donación, regado al otro, al amado, a la amada.
Mi Reino de es de este mundo. Vivimos los cristianos en el mundo, con los pies tan firme como el que más, no somos ángeles ni espíritus etéreos, somos realistas y sabemos donde estamos, luchamos o nos esforzamos por instaurar en los hombres el Reino de Cristo, Reino de Paz y Alegría, Reino de Justicia y Amor, Reino de Verdad y Solidaridad, Reino divino y no de este mundo, sin dejar de ser profundamente humano y con sus raíces bien fundadas en la tierra.”
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