sábado, 11 de agosto de 2007

38.- "Mi felicidad está sólo en tu felicidad"

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Mi Diario. Reunión del tres de julio de 2004. Sábado.
Hacer feliz al otro y así ser feliz.


Ayer por la noche vinieron unos matrimonios amigos a cenar a casa para conocer oficialmente la nueva vivienda, aunque ya habían pasado casi todos por aquí, Carretera de Marzagán, 38, donde también tenéis la vuestra.
Nos reunimos en el porche los hombres y las mujeres en el salón de los dos arcos de cristaleras, algo más abrigado. En un momento, Sebastián, el marido de Virginia, al que yo tenía por un poco descreído y muy materialista, con un rejo religioso que nunca le había visto, nos espetó de pronto:
Estoy asombrado y no sé si escandalizado o desilusionado con mis hijos. Se refería a los dos machitos, como se dice aquí para nombrar los varones, pero incluía también a sus dos hijas. Me siento fracasado en la educación que les hemos dado Virginia y yo. Todos, sin exención ninguna, tienen como único fin de sus vidas “ser feliz”. La felicidad personal e intransferible, que empieza y termina en ellos solos, y que sólo abarca a los demás, seres queridos inclusive, sino en tanto en cuanto no distorsiona la suya propia, es el único fin y meta de sus existencias. No llega a más ni va más lejos: ser feliz en cada instante de la vida, apartar furibundamente todo lo que pueda disminuirla o amortiguarla y rodearse de todo aquello que la aumente o conserve. Y en estos límites están incluidos, esposa, esposo, hijos, padres, trabajo, casa, diversiones, entretenimientos, descanso, salidas y entradas, amigos y enemigos, comidas o gastronomía, casa en la playa o barco en el mar, excursiones, vacaciones, y entrando en lo más íntimo sensualidad, sexualidad y relaciones amorosas.
El amor en tanto que me da placer y me hace feliz. La mujer o esposa, sí muy querida pero si me amarga la felicidad será reemplazada por otra nueva como se tira un pañuelo sucio para sustituirlo por uno limpio. Sin miramiento y sin remordimientos.
Ser feliz. Ser feliz. Ser feliz. Y solamente ser feliz. No hay trascendencia, no hay más allá, sólo más acá. Por tanto no hay sacrificio sino el necesario para evitar sufrir más o el inevitable, ni tiene sentido sacrificarse por otro, por muy prójimo, próximo, que fuera, ni hay renuncia, ni hay pecado ni hay trasgresiones a la propia naturaleza, porque es bueno todo lo que me hace feliz y malo lo que me ahuyenta la felicidad.
¡Qué fracasado me siento en la educación que hemos dado a nuestros hijos!

Conclusión:

Se feliz haciendo feliz al otro. NO buscar la felicidad propia.
El fin de la vida no es ser feliz. Es el amor y amando se es feliz.
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