sábado, 11 de agosto de 2007

40.- "Sin exigencia alguna"

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Mi Diario. Reunión del diecisiete de julio de 2004. Sábado.
Pero siempre es un círculo que se hace perfecto al cerrarse de mí a ti y de ti a mí.
Un círculo perfecto.

Como colofón de esta etapa maravillosa sobre el amor, Diario querido, nos ha entregado Carlos este pequeño poema que le escribió a su mujer, Elena, “Regalo de Dios, con mayúsculas, expresándole su cariño, su entrega, su ternura, y su amor.
Nos ha prometido, tras muchos ruegos suplicantes de la romántica Chiara, leernos algunos otros. Dice que intentó que todo el poemario fuera un grito de dignificación y naturalización del sexo como prueba, símbolo y signo del amor del hombre y la mujer. También el sexo es un regalo, con minúscula, de Dios.

hoy me entregado a ti,
y para siempre,
sin tiempo ni medida,
queriendo que mi vida fuera tuya
y toda consagrada
a amarte plenamente.

yo sé que cada instante
de mí
te pertenece.
Quisiera que al latir mi corazón
acompasado,
mi compás
fuera el tuyo.

Amor, ahora ya sabes
que toda mi existencia
ha sido dedicada
sólo a amarte.
Por ello cada instante
será sólo buscarte
y encontrarte
en plenitud y vida.

Amor, amor, por siempre
yo llenaré tu alma
de caricias,
tu corazón de amor
y de ternuras,
lo llenaré de afectos desbordados.


El gozo de tu cuerpo
el placer de tu alma,
tus sentidos,
los llenaré de vida
e ilusiones,
sin exigirte a cambio
pago alguno.

más llena mi esperanza
de tu correspondencia,
esperándolo todo
de tu alma,
esperándolo todo
de tu vida,
esperándolo todo
de tu cuerpo,
esperándolo todo,
amor,
sin condiciones.

mi amor es todo entrega,
un campo no vallado,
un castillo sin muros,
una ciudad abierta
y no fortificada,
un firmamento azul siempre infinito.
sin exigencia alguna:

es sólo la esperanza
hecha ya carne,
realidad y presente,
en la entrega total
de tu persona,
cerrándose en un círculo perfecto
el amor sin medida,
de nuestra entrega mutua,
total y para siempre.

No puedo añadir nada, mi querido Diario. Sólo leerlo y leerlo. Saborearlo y saborearlo. Incrustarlo en mi vida, en mis ilusiones, en el “gozo de mi cuerpo”, en el “placer de mi alma”, en mi pareja con José Carlos, “cerrándose en un círculo perfecto, de nuestra entrega mutua, total y para siempre”, en la consumación plena y eterna de nuestro Sacramento del Matrimonio.
Sí, el gozo es del alma. El placer del cuerpo, pero en el sexo hecho amor, y en el amor impregnado y transformado por el sexo, gozo y placer se confunden y se hacen uno en la pareja. Que en nuestro amor, José Carlos sea así. Te lo pedimos, Señor.
"sin exigencia alguna"

de "REGALO DE DIOS"
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