sábado, 11 de agosto de 2007

29.- "La entrega total"

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Mi Diario. Reunión del veinte y dos de mayo de 2004. Sábado.
A Paloma.
La ausencia de egoísmo. Entrega de sí mismo.
El sexo como símbolo y signo de la entrega en la consumación carnal.

Como en el tema anterior son los apuntes de mis queridas María y Mónica los que me sirven para no perder el tema y completar Mi Diario y mis apuntes sobre nuestras reuniones.
Copio primero la carta a Paloma sobre la entrega total y sin reservarse nada, señal inequívoca del amor verdadero, quien se reserva ya está destruyendo su amor, y luego las preguntas y mi charla con José Carlos.

Carta a:
Mi querida Paloma:
Quisiera aclararte en estas líneas un poco tus preguntas sobre la entrega total de sí mismo a la persona amada y sus relaciones con la entrega de la plenitud del sexo, que parece, me dices, que si está en nuestra voluntad la entrega total y personal al otro, haría lícita y hasta aconsejable la entrega sexual simultáneamente y sin tener que esperar al matrimonio, como su ilicitud o inconveniencia si hay una reserva en la entrega, lo que yo llamo la entrega controlada.
En la naturaleza misma de la pareja humana, entendida en el mismo sentido en que la creó el Hacedor, está el amor como fundamento y anclaje, y efectivamente TAMBIEN se expresa normalmente por el sexo y la unión carnal de los mismos, como símbolo y significado de la entrega total y personal, y por tanto perpetua en el corazón, el amor no pasa jamás, hasta la muerte en el compromiso, y exclusiva.
Si no hay entrega total de la persona, mi yo completo con exclusividad, sin reservas y para siempre, se vanaliza el sexo, tanto en su fin procreador, los hijos necesitan de sus dos progenitores con estabilidad, como en su fin unitivo.
La reserva o entrega controlada crea inestabilidad, puede crear dudas y es signo de provisionalidad y parcialidad en la intención de los miembros de la pareja.
Nos hemos quedado con algo de nosotros mismos que no hemos entregado. Hay una duda latente en la totalidad de nuestro amor, que se reserva una puerta de escape, aunque solo sea posible y no deseada.
¿Puede una pareja aún antes del matrimonio hacer una entrega mutua total y absoluta de sus personas? Si no es así, esta unión, la comunión carnal, signo de la entrega total, queda disminuida y desnaturalizada de su propio sentido convirtiéndola en un acto humano más, sin sentido trascendente, aún con su compromiso parcial y reservas consientes o subconscientes.
Pero pueden. Quién puede dudarlo.
El hecho de firmar un compromiso, matrimonio civil, o comprometerse ante Dios, mediante una alianza sagrada, matrimonio religioso, Sacramento cristiano, o de otras creencias religiosas, no conlleva la entrega personal. Es más, puede existir sin ellos y no existir con ellos.
Y en esto que voy a añadir “no tengo mandato del Señor," diré con San Pablo, porque no es doctrina del Sacramento sino especulación personal mía, personalísima, y por tanto limitada. Tan limitada que yo mismo la comparto como próxima a la verdad, a la realidad, más que la realidad y la verdad mismas.
Pero si el matrimonio natural es esa misma entrega personal y completa, consumada y expresada en plenitud en la unión afectiva y carnal de la pareja, signo y significado hecho realidad, yo intuyo que “YA hay matrimonio” desde el mismo momento que se da esa entrega con las connotaciones de perpetua, exclusiva y personal. Para decirlo con otras palabras: están ya casados porque el signo se convirtió en significado, y la entrega en realidad de unión de la pareja.
La firma del compromiso no es más que la ratificación ante la Sociedad de la autenticidad de la entrega con las consecuencias aceptadas que conlleva socialmente este compromiso: estabilidad, hijos, bienes comunes, etcétera...
.Diré que este matrimonio natural es más dudoso en parejas de bautizados, para los que es “obligatorio” el Sacramento. Pero así y todo pienso que ante Dios, muchas parejas de novios que han llegado a ratificar su unión con la consumación carnal del sexo, entregado como donación completa del amor, están de verdad ya casadas.
No podría decir si hasta se ha producido el Sacramento en caso de creyentes bautizados pues siendo los ministros del Sacramento ellos mismos, los contrayentes, solo ha faltado el testigo eclesial, normalmente el sacerdote, y su revelación pública, pues el Sacramento del Matrimonio se celebra ante la Asamblea cristiana del Pueblo de Dios, los testigos.
Dos personas, solas, como unos Robinsones, pueden casarse al hacerse la entrega y yo diría que “Eclesia suplet” y se produce el Sacramento, si son bautizados, cristianos creyentes y si está en su intención el quererlo recibir. Pero el hecho de evitar o evadir el acto ante la Sociedad, - parejas de hecho, que hoy se llaman, - puede nacer de una reserva de dominio sobre nuestra propia persona que devalúa y mengua y hasta ningunea o banalaza el acto.
¿Puede una pareja dar y recibir, aceptar amor en estas circunstancias? Claro que sí, quién puede negar que aún con limitaciones, el sexo pueda provenir del amor y de la entrega al otro, del cariño a la pareja y hasta del deseo de vivir juntos para siempre y para siempre entregarse al otro.
Pero también quien puede negar que es un resquicio por donde puede entrar la duda y la sospecha de que la entrega está condicionada a que “vaya bien,” o a que no aparezca alguien que de más o que parezca mejor, tanto en lo temporal, bienes, como en lo corporal, sexo y placer.
Pero sobretodo que al no ser plena la entrega, el amor no es pleno. Le estamos negando al amado “algo” que le pertenece, al negarle la plenitud de nuestro yo.
A veces uno desea la ratificación pública de su entrega, el Matrimonio, y el otro le da largas o pone pegas, porque en el fondo no quiere un compromiso verdaderamente completo y estable.
Y quién puede negar que cuando en una de las partes sólo hay búsqueda de sexo o placer y claramente no hay entrega ninguna, la relación sexual de ambos la ha prostituido, al menos, para cuantos lo entendemos como signo y expresión de amor.
Claro que la entrega es mucho más y más amplia que el sexo, la unión carnal y todos sus aledaños de sentimientos, caricias, placeres, besos, abrazos, y roces vehementes.
Claro que el sexo es símbolo – representa- de la entrega amorosa y que es signo, - significado y significa- esa misma entrega total.
Pero puede circunscribirse en otros contextos, como el placer, el deseo, la voluptuosidad, el Eros, la concupiscencia, el simple intercambio interesado por una o ambas partes y hasta la explotación del otro rebajándolo a simple objeto de mi placer y mis deseos, sin pizca de amor ni siquiera de cariño o consideración.
En otra carta te conté como el sexo puede ser entendido y como a veces se le entiende.
Aquí quisiera terminar en cómo lo entiende Dios Padre, su Creador, la Iglesia en el Sacramento, creado por Jesús, Dios Hijo, y cómo lo debemos vivir los cristianos con la fuerza del amor, del Dios-Amor, Dios Espíritu Santo.
Dios crea al hombre a su imagen y semejanza. Dios es amor, luego crea al hombre para amar. Y para mantener la especie, la procreación, crea el sexo fecundo, haciéndonos participe de su creación, nacida del amor, engendrando en el amor. Dios crea nuestro espíritu, el alma, y nosotros engendramos el cuerpo vivo del nasciturus, entre ambos damos vida a una nueva persona humana.
Y para mantener, aumentar la unión y fijarla en la pareja, para que se comuniquen mutuamente su entrega y su amor crea el sexo, en su sentido unitivo dando estabilidad al hogar y a la familia y haciéndonos vivir el Sacramento. Sexo fecundo, pues, produce unión y aumenta el amor de los cónyuges.
Y todo en un marco de gozo, cariño, ternura, placer, deseo, entrega y donación mutua. Es un dar y darse, pedir porque sabemos que el otro está deseando darnos y espera ansioso nuestra petición amorosa, tierna y a veces carnal.
Y así recibimos del otro, porque el amor no solo es dar, es saber recibir del amado, que también es una forma de darnos, dejando que el amado al ser amante llegue a su plenitud dándose a nosotros.
Con cariño, Carlos.

Preguntas:
1.- ¿Si no hay entrega total de la persona, con exclusividad y para siempre, hay verdadero amor en el pleno sentido de la naturaleza humana?

2.- ¿Sin amor total no se banaliza caso el sexo, tanto en su fin procreador como en su fin unitivo?

3.- ¿Puede haber entrega completa corporal, relación sexual antes del Sacramento entre cristianos?
Enumerar los inconvenientes y las razones favorables.

4.- ¿Por qué la Iglesia las desaconseja y las prohíbe en el marco del noviazgo entre cristianos bautizados?

5.- ¿Por qué la Iglesia pide a los bautizados que antes de consumar la unión carnal o el matrimonio natural si lo hubiere, se reciba el Sacramento ante el Pueblo de Dios, como testigos, y lo bendiga un sacerdote como testigo cualificado del Sacramento?

5.- ¿Qué diferencias hay entre pareja de hecho, matrimonio civil, matrimonio Sacramental, para bautizados y no bautizados? (los no bautizados no pueden recibir el Sacramento. Véase el caso de los matrimonios mixtos, católico con no católico y este bautizado o no)

6.- ¿Cómo en el amor de unión de la pareja el “darse” se puede convertir en “recibirle” y sin dejar por eso de ser “dar”?

7.- ¿Puede haber unión carnal plenamente humana sin entrega unitiva, o el hecho de evitar o negar el sentido unitivo de la comunión carnal devalúa la entrega hasta convertirla en solo u acto en que se busca solamente el placer personal sin buscar para nada ni el placer para la pareja ni la unión-fijación con ella?

8.- ¿Porqué Dios ha creado la unión carnal y porqué la ha elevado hasta lo sobrenatural haciéndolo Sacramento de su alianza y signo sagrado de su amor a los hombres y a su Iglesia?

Charla con José Carlos:
Este tema ya lo teníamos un poco trillado entre nosotros dos en nuestras habituales salidas al campo y nuestros diálogos íntimos. Si el noviazgo es “lugar de encuentros”, para nosotros dos, sexo y sacramento han sido un lugar de conversaciones y de unificar sin violencia nuestros puntos de vista.
Hemos aceptado siempre como principio que nuestra unión marital sería eso, marital, tras ser marido y mujer por el Sacramento entre bautizados católicos que ahora en España tiene efectos plenamente civiles. Sin caso de necesidad extrema, falta de sacerdote durante un periodo muy largo, que bendiga la unión, caso ya muy improbable de aislamiento total de la pareja del mundo civilizado o católico, el recibir el Sacramento en la Iglesia y casarse para el Señor en la Iglesia, no tanto en el templo sino ante los hermanos, nos parece lo conveniente y necesario para creyentes. Los casos extremos serían eso, extremos, no por capricho o por robar a ver cómo nos va, que es desde luego signo inequívoco de entrega controlada y no plena de toda la persona y todo nuestro ser.
A la ventaja de ver como nos vamos acomodando y acoplando en el sexo y la convivencia de la unión prematrimonial vemos como perjuicio casi irreparable la posibilidad real de la duda por parte del otro o de los dos de que el amor sea completo cuando hay una resera de entrega y una puerta abierta a la ruptura antes incluso de haberla cerrado definitivamente. Hay otros muchos inconvenientes y alguna ventaja más, pero tan pequeñas estas y tan grandes aquellas que no merece la pena “la prueba”. En el fondo tota temporalidad es una falta de compromiso estable, del hombre de hoy que le tiene un miedo atroz al compromiso verdadero.
El darse se convierte en recibirle cuando el amante se hace amado para permitir y desear que el amado se haga amante para darle para posibilidad de gozar el gozo de la entrega y el darse.
Dios en un acto de generosidad infinita hizo el matrimonio natural sacramento para acercarse íntimamente el alianza a los esposos y para coparticipar en la mutua paternidad. Así permanece y se encarna en el sentido unitivo del amor de la pareja y nos participa de su Paternidad eterna en nuestra paternidad humana haciéndose presente en el sentido procreador del matrimonio.

Conclusión:
José Carlos y yo creemos que el sexo creado por Dios, es y debe ser signo sagrado y expresión de nuestra entrega total. Que el placer del sexo es unos de los regalos más maravillosos de Dios, bueno y necesario en la pareja, que hay que buscarlo para darlo y recibirlo, y que dentro de la alianza con Dios del Sacramento se hace también expresión y sigo de esta Alianza, y se eleva al gozo espiritual y completo de la persona en la entrega mutua y sin reservas, Alianza de nuevo con Dios, y expresión de nuestra entrega a El y de El con nosotros en presencia y encuentro con Jesús, en el Sacramento.
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