sábado, 11 de agosto de 2007

21.- "El fracaso extrepitoso del Cursillo"

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Mi Diario a diecisiete de abril de 2004. Sábado.

Vengo de El Madroñal, con el corazón encogido y desesperanzado. De nuestro grupo no han acudido ninguna pareja. ¡Ninguna! ¡Dios mío en que te hemos fallado! ¡Qué tristeza, que desfallecimiento, que amargura, que fracaso!
Carlos ya no los advirtió pero yo no quise creérmelo. Fui soberbia y a los soberbios despidió vacíos

Llegamos a El Madroñal, yo algo nerviosa, José Carlos como siempre sereno, pues es un forofo de la Voluntad de Dios y de acertar las cosas como El nos la manda o las consiente, pues dice que Dios es tan respetuoso con nuestra voluntad y libertad que hasta “nos ayuda” a ser libres en contra de su propia Voluntad o deseo. Está en nuestros actos por “esencia, presencia y potencia”, dice que así se lo enseñaron en su Cole, su magnífico profesor de Religión el hoy Padre Alfredo, entonces Don Alfredo, en el texto de Dogma, Moral, Iglesia, Sacramentos, etc., de Padre Domingo Lázaro S.M, creo que lo quieren hacer santo, y así parece, misterio insondable, que es coayudante de esas mismas decisiones, que el acepta pero que no son exactamente lo que soñaba para nosotros.
Sí, nerviosa, nerviosísima, por ver si aparecían algunas parejas de las del Cursillo de ayer. Y llegamos pronto para que si llegaban no se encontraran solas y desamparadas. Llego la hora de la Misa y no llegó ninguna. Ninguna, Dios santo. NIN GU NA. NA DIE. Empezó la Misa, terminó la Misa, empezó la reunión, medio la reunión, terminó la reunión y NADIE.
Tenía ganas, unas ganas enormes e incontrolables, de coger el móvil y llamar a dos o tres parejas, de las de mi grupo y de las de Mónica y ponerlas como chupa de dómine, pues se habían comprometido al menos “a probar” unas, y muy interesadas otras. Pero nadie.
Casi lloré. Bueno creo que lloré. Y casi se lo reproché al Señor.
Cuando nos metimos en el coche de vuelta, no quise ni pude comentarlo con Mónica ni con los demás, exploté y se lo espeté a bocajarro a José Carlos.
Con una serenidad que a mi me admira, en ese momento casi me pone furiosa, me dijo: “Si el Señor no construye la Casa en vano se afanan los albañiles” “Bernabé sembró, Pablo regó, y sólo el Señor es quien debe recoger la mies” No es así exactamente pero creo que esa es la idea de la cita de San Pablo. Te la buscaré.
Cuando me dejó en casa y subí a mi cuarto me puse de rodillas a lado de la cama, miré al Crucifijo de mi abuela, que presidirá mi cama de casada, callé profundamente y dejé que el Señor me hablara quedamente en el fondo de mi corazón.
¿En qué te fallé, Señor? ¿He rezado poco? ¿M he preocupado poco? ¿Me he sacrificado poco? ¿No hemos preparado una “intendencia” del Cursillo, con oraciones de Conventos de Clausura y de muchos cristianos y Parroquias, y Tú no has podido obrar “algún milagro” de “conversión”?
¿Quién te ha dicho a ti, me contestó, que yo tengo que ir haciendo milagritos por ahí para que las cosas funcionen a “TU” gusto?
¿Porqué no respeta la libertad de tu prójimo y hermano como yo la respeto? Porqué crees que con sólo tus fuerzas y organización las cosas “sobrenaturales” van a funcionar con las leyes “naturales.” ¿No has visto como hoy muchas Diócesis, Parroquias, Secretariados, Delegaciones, etc. con organigramas, miles de reuniones, discusiones, ordenadores, hojas de propaganda, y mil medios más, se quedan solo en las hojas y no dan ningún fruto coma la higuera estéril?
Han puesto el tramo horizontal de la cruz y se han olvidado o descuidado del tramo vertical. Yo,
Tu Dios, no necesito ningún ordenador para “tocar” y “conmover” un alma. Sí necesito el propio consentimiento de esa misma alma, que quiero me escoja y ame libremente.
Y ten paciencia. La semilla que cae en buena tierra, y esas parejas de novios de las que me hablas tierra muy buena son, necesita un tiempo para germinar y empezar a brotar, y luego un riego y un cuidado exquisito para crecer y hacer árbol como tú. Ten confianza en mí y “espera en el Señor”.
“Mi alma espera en el Señor, más que el centinela la aurora. Mi alma confía en el Señor, porque solo en Ti, mi Dios y Redentor, está la salvación”. Me metí en la cama y me dormí tranquila.
Se de quién me he fiado.


Mi Diario a dieciocho de abril de 2004. Domingo.

Como yo muchas veces escribo las notas del día anterior al día siguiente, fechándolo en su día real, hoy domingo antes de cerrar página y pasar al día siguiente quiero comunicarte, mi querido Diario, que a veces Jesús parece que te decepciona, que te abandona, que te hace sufrir, para que luego veas más claro, como es El y sólo El, el que obra y construye la casa. “Sin mí nada podéis hacer”. Sin Ti Señor y Tú lo sabes, “siervos inútiles somos”. “Nadie va al Padre sino por Mí”
¿Por qué pues me gastaste esta “broma”, Señor?
Resulta que José Pablo y Marisa, bueno creo que es mejor que os lo cuente desde cómo terminó el Cursillo.
El último día fue ya el culmen. Marisa, la novia de José Pablo, explotó en un canto de alabanzas y agradecimiento. Que había vuelto a encontrar a Dios, y sobre todo la fe en Jesucristo, al que de niña había amado casi como un ídolo, qué cómo había revivido su Primera Comunión, con intensiva y devoción, que ayer antes de venir al Cursillo fueron los dos a una Misa de tarde, que habían replanteado su noviazgo, su vida y sobre todo sus apetencias y metas como pareja en charlas a veces hasta las dos de la mañana cuando José Pablo la llevaba a casa, aparcados delante de su portal.
Todos habíamos traído algo para picar y beber pero nos echaron a las una y media, mañana es sábado y sin trabajo, pero Don Matías, sí madruga para tocar el órgano en la Catedral y es algo dormilón.
Qué abrazos al final del cursillo en las despedidas. Tengo seis teléfonos y cinco tarjetas de boda para ir a la Iglesia al menos “a verlos casar”
José Pablo y Marisa, Juan y Lucia, Bernabé y Guacimara, y Cristina y Alejandro, hicieron un aparte con nosotros y con los monitores para decirnos que por favor les llamáramos, tras su viaje de novios para comenzar enseguida un segundo grupo. Sus palabras fueron para incorporarse a nuestro Grupo.
Se ha formado pues, un segundo grupo. Dos parejas del primer cursillo, del nuestro, que lo estaban deseando y que de vez en cuando venían a nuestras reuniones, como Ernesto y Julia, Yasmina, Lala, y cuatro parejas de este segundo cursillo, pues al fin Juan y Lucia parece que vieron bien claro la luz. Quedan otras tres o cuatro en la cuerda floja, dos de ellas, entre el sí y el no, y dos de ellas, y otras dos indecisas, por no adquirir más compromisos. Pero todas ya sin hueco en este grupo. Veremos cómo nos las arreglamos pus no le podemos poner pegas al Señor.
Bueno veis cómo yo tenía esperanzas de ver llegar al menos a cuatro parejas de este cursillo. Pero la puerta se quedó abierta y vacía.
Hoy domingo, cado yo me moría de impaciencia por llamarlas, y El Señor aguantaba mi mano, sonó el teléfono bastante temprano. Era Marisa. Ana llegué a casa con treinta nueve de fiebre. Debí coger frío y humedad en ese Madroñal que parece más bien una piscina que una sala de reuniones. A pesar del calor humano el frío de abril por una vez se me coló en el cuerpo. Ayer me lo pasé todo el día en la cama casi tiritando y hoy que estoy mejor me he decidido a telefonearte para disculparnos por o haber podido ir ayer a El Madroñal. Le dije a José Pablo que te llamara pero se lió con las obras de nuestro piso, le están ayudando su padre y sus hermanos y aprovechan sábados y fiestas para adelantar como locos, y se le pasó. Cogí un disgusto cuando me lo dijo. Pero todo sigue en pie. Estoy deseando d que vuelva a ser sábado para vernos en El Madroñal.
Y la conversación siguió durante casi media hora. No le dije nada del “fracaso de nadie” pues mi alegría era tanta que no quería entristecerla más.
Y colgando llamó Bernabé y Guacimara, que perdonáramos pero que habían olvidado que quedaron con unos amigos de siempre para cenar y salir a bailar, y que nos llamaron al móvil pero que estaba cerrado, nos dejaron un mensaje, pero debíamos estar en Misa y yo ni lo he mirado.
Alejandro y Cristina aún no me han dicho nada pero creo que se tenían que ir al Sur con sus padres y ahora recuerdo que sí nos lo habían dicho al despedirse, pero ente tanto besos y abrazos se me olvidó por completo.
Sólo quedan de las cuatro parejas fijas Juan y Lucía, que no sé si es que han vuelto a perder la luz y encontrase de nuevo en las sombras en claro oscuro que les da miedo a un compromiso tan fuerte. El de vivir en pareja cristiana lo tiene asumido, pero reunirse y comprometerse a dedicar tanto tiempo a su formación y piedad debe darles aún un poco de pánico y ni se atrevieron a comunicároslo hasta que se les aclaren sus ideas.
Solo queda rezar. Sólo el Espíritu Santo es Luz. Luz de Luz, Verdad de Dios verdadero, del verdadero Dios.
De todas formas sé que me llamarán. Señor, la esperanza y paciencia y la paciencia es fruto maravilloso de la esperanza.
Ahora Señor no me falta más que ponerme de rodillas al pie de mi Crucifijo y hablarte:
“Mi alma engrandece al Señor, porque ha visto la pequeñez y menudencia de su esclava, pero El es grande y ha hecho en su Iglesia, en su pequeña Iglesia de “El Madroñal” maravillas. Gloria al Señor”
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