sábado, 11 de agosto de 2007

13.- "Yo me enamoré de su alegría"

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2.- ALEGRIA Y BUEN HUMOR.

Mi Diario. Reunión del diez de abril de 2004. Sábado.
Siempre exige alegría y buen humor.
La alegría de la alegre Elena.

Querido Diario:
Hace quince días al terminar la Misa en El Madroñal, y tras la reunión del Grupo, por fin vino también Elena, la mujer de Carlos, que cuando por su trabajo no puede venir la echamos un montón de menos, es simpática, alegre, guapísima, estilosísima, con cara un poco de filipina, su madre era hija de filipina y español, la primera mujer que empezó medicina en España, y que al enamorarse su profesor, Marcos, el padre de ella, le pidió, ¿o le obligó?, a dejarlo, los machismos de entonces, y con un don de gente, que entra bien y cae bienísimo, vamos, alegra la reunión, sus intervenciones son muy humanas y sobre todo siempre tiene un matiz muy fuerte de cara a sus hijos, por cierto son guapísimos y muy interesantes. José Carlos, que ya te veo venir con tu punto de celillos. Celillos, a la mar, José Carlos. Y ni siquiera te voy a decir que yo te quiero a ti y estoy muy enamorada de ti. Hoy te aguantas.
Comprendo que Carlos esté tan enamorado de ella, y que diga que si se tuviera que casar otra vez lo volvería a hacer con su mujer. Volverte a conocer, volverme a enamorar de ti, volverme a casar contigo, volver a vivir todo los días de mi vida junto a ti, Elena. Mis cuatro grandes deseos si volviera a nacer.
Bueno, me perdí. Elena al terminar la Reunión nos dijo que para la próxima, después de la Misa, nos invita a “picar” algo en su casa.
Y hoy, por fin llegó el día, lo estaba deseando, que novelera y curiosa soy, si Elena es así cómo será su casa y con que gusto estarán puestos todos los detalles. Que no lleváramos nada, que para otra vez ya lo haríamos trayendo algo cada uno, pero que esta era la primera y “ella, lo dijo con gracia y orgullosa humildad, quería que le dejáramos lucirse”. Y de verdad se lució.
La casa, que han comprado hace solo tres años, la han ido arreglando con mucho esfuerzo y trabajo personal de Carlos en la albañilería, “yo era el peón de mi maestro albañil”, nos dijo Carlos, a terciar el cemento con la arena, poner las vigas y clavar los techos, primero con él, solo los dos, tras mi trabajo, luego ya vinieron tres peones más, y ella a lijar, pintar, barnizar, pulir, adornar, decorar y poner velas y flores.
La casa les ha quedado preciosa, yo diría que única y de revista, de casi un alpende que compraron, pues vimos las fotos de los orígenes. Qué transformación y qué humor, qué gran humor, para meterse en esos berenjenales. Pero cada piedra, cada ladrillo, cada boque, cada pared pintada de rojo cardenal, fuerte y muy original, ha sido una conquista común que en medio de las pequeñas divergencias y discusiones, les ha unido profundamente al ser una ilusión de los dos continuada, mantenida tres años, y añadió Carlos, “por cuestión de los costes y el dinero, claro”.
Hay que tener humor para meterse en esas aventuras. Algunos de sus amigos pensaron para sus adentro que era una gran locura y ahora están admirados. Y nosotros los jóvenes, pensando comprarnos un piso diminuto en “La Pardilla” o un adosadito en “El Lomo de la Dehesa”. Eso sí. Hasta con los cortinas y los visillos ya puestos por “Los Almacenes la Rivera del Mar”.
Pero resumo, que si no, no llegaré a lo principal. El jardín, el césped y la casa en todas sus habitaciones, estaban adornadas con jarrones de cristal y mil más, de velas y flores, con un gusto exquisito. El aperitivo y la cena, la mesa era para caerte de espalda del gusto con que estaban puestos todos los detalles y hasta las mismas viandas. He puesto viandas, algo cursi, pero comida me parecía muy prosaico y vulgar para describirte aquellas. Comprendo, Carlos, le dije, que estés tan locamente enamorado de tu mujer.
Nos reímos. Todos los tomaron por aquello de que al hombre se le conquista, dicen, por el estómago.
Bueno, nos reímos toda la noche, charlamos por los codos, echamos de menos a Don Matías, que tenía que ir a tocar el órgano a la Catedral y no pudo venir, prometió hacerlo la próxima vez, pues yo creo que como a todos los Curas le gusta un poquillo comer, y como era sábado nos dieron las tantas. Ninguno teníamos ganas de despedirnos y terminar la acogida tan cariñosa y el ambiente tan fantástico y tan entrañable.
Fueron llegando los seis hijos, bueno sólo cinco, Nacho el segundo, el que tiene cuatro hijos ya, la mayor cuatro años, está en Casablanca, África, trabajando, ya te contaré de él y de Ana, como yo, su mujer, pues Carlos y Elena no sólo les tiene un gran cariño sino una gran admiración, pero vino su hija Mariole, que es tan guapa como su madre, pero con un estilo más informal que ella, cuatro trapitos como se dice hoy, su hijo Carlos con Bea, su mujer, cariñosísima y muy atractiva, canta en La Filarmónica desde este año, son un encanto los dos y Carlitos, así le llaman, tiene muchísima gracia y es muy chistoso, luego llegó Marcos, con su poblada barba, que acaba de volver de Calcuta y ya está buscando irse al Tercer Mundo a ayudar a los pobres o a los niños de las aceras, Fer vino un momento con Marisa, él alto y delgado, debió de ser muy rubio, y a todas nos pareció que Marisa había tenido mucha suerte y gusto, aunque Elena afirmó que la suerte inmensa había sido de Fernando, llevándose una niña tan guapa y en todo diez. Nos trajo una tarta para los postres de almendra que era para chuparse los dedos. Yo, a régimen, repetí dos veces. Mañana, dije riéndome, me confesaré de gula, aunque está tan rica que esto no puede ser gula.
Por fin llegó Jorge y si no estuviéramos tan enamoradas todas hubiéramos deseado ser solteras. Tiene una cabeza con mil rizos, parece un hermosísimo león.
Bueno ahora te contaré porqué te he contado todo esto. Porque parece el cuanto de nunca acabar. Cuando en el fondo de la conversación salió mil veces lo delicadísima y guapísima que era Elena, Carlos nos dijo que lo que le había enamorado de Elena no era su belleza, que ésta le atrajo desde el principio, pero que el amor, amor, llegó torrencialmente y profundísimamente cuando la fue tratando y conociendo porque no le enamoró su belleza sino su alegría.
Alegría y alegría, ojos limpios para ver la vida y para amarla y buen carácter y humor para vivirla con felicidad. Entonces exclamó Jorge: ¡Qué maravilla! ¡Qué maravilla! Y los hermanos se echaron todo a reír. Por lo visto a Elena, siempre que iban de excusión de pequeños, no se le caían estas palabras de la boca, cuando veían las montañas nevadas o verdes, el mar azul o embravecido, los campos de girasoles o de trigo besados por el viento, los acantilados agrestes y bravíos etc.
Siempre que salíamos juntos, de novios, si yo decía mira que pobre niño, harapiento y sucio, pobrecillo, ella añadían pobrecillo sí pero mira los ojos tan bonitos que tiene.
De todo y de todos venía y ve el lado bueno, la belleza, el buen corazón, la esperanza.
Me crea alegría de vivir, yo que soy sino pesimista si demasiado realista del lado malo o desagradable, ilusión por el presente y el mañana, esperanzas ante las dificultades y fe en la Providencia, a su lado se está en el bienestar.
De esta forma de ser tan maravilloso, tan alegre, tan abierta a la vida y a la esperanza me enamoré profundamente. Claro que también de la belleza, mi filipinilla.
Si no fuera por ella, yo nunca me hubiera metido en la aventura de esta casa, ni de mil cosas más, viajes, le encanta viajar, a mí me encanta cuando ya estoy viajando, muebles, decoración, fiestas, invitaciones, relaciones y amigos, y casi todo lo que es salida de uno mismo hacia los demás.
Ad Deum qui letificat juventutem meam. Me acercaré al Altar d Dios. Del Dios que llena de ALEGRIA mi juventud. DIOS ES AMOR. Y EL AMOR SE DESBORDA EN ALEGRIA.

Reunión de Grupo:
No hubo reunión propiamente dicha, pero toda la noche fue un compartir como hermanos, no solo la cena maravillosa de Elena, bueno y de Carlos también, sino pensamientos, ideas, convicciones y hasta
vivencias e intimidades que alegraron la tertulia y la charla. Hubo tiempo para todos pues Tomás, quién lo diría, nos salió gracioso, y entre chistes, ocurrencias y anécdotas graciosas, las risas y hasta las carcajadas incontroladas corrieron abundantemente en la velada. ¡Cómo se esponja uno con los amigos de verdad, y que bien se está y se pasa! Hemos quedado en reunirnos alguna vez en casa de los casados, llevar algo cada uno para picar y beber, “pas de alcohol”, y hacer la reunión de grupo allí, en un ambiente más distendido y cálido.

Conclusión:
Dios es amor. Y el verdadero amor se desborda en alegría.
Y para los momentos tensos y para todos los momentos, BUEN HUMOR.

A Tatín, que me enseñó que en el Matrimonio, el buen humor es fundamental para que funcione sin estridencias excesivas.
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