sábado, 11 de agosto de 2007

44.- "Dialogando con el Autor"

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Esta entrada no pertenecer al libro ni al Diario de Ana.
Es la página del Lector hablando amigablemente con el Autor.

Debo confesarte que estaba impaciente, mi querido y paciente lector, por volverme a encontrar contigo.
En primer lugar para volver a felicitar tu constancia y fidelidad. Pero sobre todo para explicarte que aunque te aprecio mucho no tienes ni pizca de razón al protestar por qué estas páginas no están más escritas solo desde el punto de vista de una antropología del amor humano y no tanto de la visión cristiana de la revelación y la Buena Nueva Evangélica.
Te lo copio y así verás que por esta vez soy yo quién tiene razón. Acéptalo. Se humilde. Agacha la cabeza y di sí es lo que tú dices, mi apreciado autor. He puesto lo de apreciable autor porque si has llegado hasta aquí al menos debo estar ya en la línea de tu aprecio hacia la amistad.
Bueno hay va mi razón:

Estas páginas han sido escritas
Para parejas cristianas creyentes
Que aman a Jesús,
Que viven su Mensaje de “Buena Nueva”,
Que intentan llevar a sus vivas
Su talante al pensar
Y su ejemplo al vivir.

De acuerdo, ¿verdad?
Quizás algún día si Dios me da tiempo en mi caminar hacia El, es decir si está en su Voluntad, lo rescriba sin ningún argumento de fe, solo de razón y de razonamientos razonables.

Pero este no era el tema de nuestra conversación. Lo has sacado tú y yo respetuosamente te lo he contestado.
¿Qué tal esta pequeña definición de amor “para andar por casa”?
¿Crees que le sobra o falta algo?
¿Es el amor para ti “dar, darse, entregarse, donarse, sin exigir nada a cambio, procurando siempre que crezca el bien del amado, sin dejar de saber aceptar y recibir del amado transformado en amante, para que el amor se cierre en un círculo perfecto,
pero lleno de esperanza en la correspondencia y la entrega sin exigencias del amado”? ¿Cuántas veces no hemos confundido el amor con algunas de las características necesarias del concepto amor, como entrega total y no controlada, comunicación y diálogo, comunión carnal, que algunos confunden a mi parecer con sexualidad como único fin de la vida y valor supremo, incluso con hacer feliz al otro o que el otro me haga feliz a mí?
¿No es verdad que hemos borrado hasta con saña, el concepto de “sacrificio” como integrante necesario del amor, y el de la verdad y la humildad? Preguntarle a cualquier madre si en su amor no ha habido muchas, muchísimas veces un integrante casi al cien por cien de sacrificio y renuncia personal por el bien del otro y veréis lo falso y egoísta que es el borrar el sacrificio del amor.
La alegría y el buen humor, son parte integrante del amor, aún cuando el amor en ese momento sea sacrificio y hasta dolor. Quién no entienda esto jamás comprenderá como Jesús pudo ser feliz en la cruz, el sufrimiento y la muerte. Si llegas a entenderlo, aún sin fe, puedes estar seguro que estas muy cerca de comprender la maravillosa, asombrosa y extraordinaria persona de El Salvador, el Mesías, el Señor, o el corazón de María cuando acunó por primera vez al Niño Jesús en la pobreza de la gruta de Belén o la última vez sobre su rodillas el Cuerpo unánime y muerto de la imagen de La Pietá.
Perdón los dedos se me han ido solos para ponerte a Cristo y a su bendita Madre delante de los ojos. Ni pude ni me quise resistir. Son el entro de mi corazón y la única razón de mi amor y de todos mis amores.
Pero por qué me quieres meter a Dios, me preguntas casi enfadado, qué tiene que ver Dios con todo esto del amor, y sobretodo del amor neto y puramente humano.
Bueno ya lo has leído. Nos lo dejo Agustín de Hipona. Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti.
Pero ahora en confianza, y hasta solo de tejas abajo, ¿puede haber o has conocida visión más hermosa de la vida que la aventura de caminar por la existencia volviendo a la Casa del Padre y que Este sea Dios, Dios-Padre?
Seguro que no la encuentras. Por ello te tengo que volver a nombrar las hermosísimas palabras de “La Palabra de Dios hecha carne”: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida y nadie va al padre sino por mí”.
¡Ojalá que le busques, aún más si el tienes, que lo encuentres porque mires fuertemente dentro de ti con sencillez y humildad, es decir con Teresa de Jesús, con verdad, y que recorras ese Camino, la misma persona de Jesús con confianza y amor, la viviendo la Verdad de Dios, no existe otra verdad, llegues a la Vida, para que “te resucite y vivas para siempre”!
Ahora párate. Cierra los ojos. Mira tranquilo y despacio hacia dentro. No temas. No tiembles. No resista a la verdad. Ahí en lo más profunde de ti, encontrarás a el amor y solo al amor, y en el amor a Dios, porque eres, aunque no lo sepas “imagen y semejanza de Dios” y “DIOS ES AMOR”.
Bueno, me entretuve un rato largo en todo esto del amor, y no pudimos hablar de otras muchas cosas. Te tengo que hablar de la torre hecha con las cartas de la baraja, en triángulos y con una en horizontal pisándolas, y luego otro piso y otro piso hasta llegar arriba con dos apoyadas de pie la una en la otra haciendo con la horizontal de abajo el último triángulo. Y todas sin caerse. ¿Inestable? No. Cuando hay calma, paz, serenidad, y confianza o fe, y no hay ninguna mano dudosa, interesada y egoísta que quiera llevarse una y otra y otra, la pirámide permanece firme y de pie porque solo la necedad de la razón soberbia, la debilidad del corazón corrompido o la maldad de la voluntad egocéntrica podrás derribarla en tu alma y tu ser.
¿Qué soy muy duro contigo y conmigo? Más dura es la vida vivida en la falsedad descarriada de la Verdad y el Bien, unificados en el Amor.
Por favor, perdóname y espérame en el tercer descansillo de esta hermosa escalera que lleva a amor y solo al amor. ¿Quieres seguir subiendo conmigo?
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